¿Cuánto es lo más largo que podemos dejar de respirar?

¿Cuánto es lo más largo que podemos dejar de respirar?
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Algunos estudios aseguran que la mayoría de la gente puede dejar de respirar entre 30 segundos y a lo mucho unos cuantos minutos. La función pulmonar y la suspensión de la respiración varían mucho de un individuo a otro. El tipo de cuerpo y el sexo influyen bastante en este aspecto. Por ejemplo, se ha demostrado que las personas con troncos más cortos presentan una menor función pulmonar que aquellos con troncos más largos. Los volúmenes pulmonares de las mujeres son entre un 10 a un 12 por ciento menores comparados con los hombres, debido a que sus cajas torácicas son más pequeñas.

Durante la respiración normal, se inhala oxígeno y se exhala dióxido de carbono. El proceso es automático, ocurriendo miles de veces al día sin que nos demos cuenta. Cuando sostenemos la respiración, el dióxido de carbono, que es un producto de desecho, se acumula sin tener un lugar por donde salir. Si la retención es larga, lo más probable es que la persona experimente espasmos fuertes y dolorosos del diafragma, así como de los músculos entre las costillas, mientras el dióxido de carbono se acumula en la sangre. Los altos niveles de dióxido de carbono, no el bajo contenido de oxígeno, son los que ocasionan los síntomas cuando dejamos de respirar.

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Cuando el dióxido de carbono alcanza cierto nivel en el torrente sanguíneo, los receptores químicos ubicados en la médula oblonga del cerebro son los encargados de activar los mecanismos necesarios para decirle al cuerpo que necesita respirar. Por el otro lado, el reflejo de Hering-Breuer, ayuda a prevenir la inflación excesiva de los pulmones. Cuando realizamos una respiración profunda se dispara este reflejo, causando que ciertos receptores de estiramiento en los pulmones se disparen. Los receptores envían señales al cerebro diciéndole que suprima la respiración, ya que los pulmones ya se inflaron lo suficiente.

Bucear

Pero a pesar de que todos estos mecanismos son automáticos, los seres humanos también podemos “educar” a nuestro cuerpo a hacer respiraciones cada vez más largas. Así es como algunas personas, especialmente los buzos de inmersión libre o apneístas, son capaces de contener la respiración durante períodos de tiempo bastante largos, entre cuatro a ocho minutos o más, mientras bajan a profundidades de hasta 200 metros.

El 28 de febrero de 2016, el buzo español de inmersión libre o apneísta, Aleix Segura Vendrell, logró el mayor tiempo de suspensión voluntaria de la respiración dentro del agua con un tiempo de 24 minutos 3.45 segundos. Para alcanzar el récord Guinness, Aleix Segura utilizó el método conocido como asistencia de oxígeno. Es decir, respiró oxígeno puro por un período determinado de tiempo antes de empezar a flotar. Básicamente lo logró hiperventilando, llenando sus pulmones con oxígeno. Desde el punto de vista celular, no está claro cómo alguien fisiológicamente es capaz de hacer este tipo de hazañas. Algunos sugieren que los buceadores logran tolerar los síntomas por más tiempo.

Es importante recalcar que este tipo de pruebas no se deben de realizar sin la supervisión y la practica adecuada. El equipo del español estaba enterado de todos los posibles riesgos, contaba con un equipo de seguridad, con el apoyo de un médico especialista y había una ambulancia cerca en caso de algún problema.

delfín

Otro ejemplo son los nadadores olímpicos, que recorren grandes distancias sin respirar. En estos casos se debe principalmente al acondicionamiento aeróbico. Estos atletas son más eficientes en conseguir que el oxígeno entre a los tejidos y en extraer dióxido de carbono. Eso les permite respirar más eficazmente y mejorar su respiración.

Todos los mamíferos, inclusive los humanos, tenemos lo que se conoce como reflejo de buceo. El reflejo involuntario es más evidente, y pronunciado, en los mamíferos acuáticos como las ballenas y las focas. Cuando un mamífero se sumerge en agua, su frecuencia cardíaca disminuye y los capilares de las extremidades como brazos, piernas o aletas, se contraen. La sangre y el oxígeno son redirigidos hacia los órganos internos. El objetivo es conservar el oxígeno que se almacena en el cuerpo, sin la necesidad de respirar, logrando permanecer bajo el agua por más tiempo.

Vía | Smithsonian Magazine

Imágenes | jayhem | jayhem | Florida Fish and Wildlife |

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